Alberto Campo Baeza, gran arquitecto, mejor comensal, erudito, orador, docente, escritor, humanista libre pensador y profeta; sin reloj, sin coche, sin móvil y sin tele, último mohicano en tierra de forajidos, permita usted que muestre un recorte de un artículo suyo, a modo de modesto homenaje a su figura:
“Cuando un arquitecto descubre que la luz es el tema central de la arquitectura, es cuando empieza a ser un verdadero arquitecto.
Material lujoso. La luz es el material más hermoso, el más rico y el más lujoso utilizado por los arquitectos. El único problema es que se nos da gratuitamente, que está al alcance de todos y que entonces no se valora suficientemente.
Emoción. Y para hacer presente la luz, para hacerla sólida, es necesario la sombra. La adecuada combinación de luz y sombra suele despertar en la arquitectura la capacidad de conmovernos en lo más profundo, suele arrancarnos las lágrimas y convocar a la belleza y al silencio.
Cantidad de luz. Muchas veces he comparado en mis clases la luz con la sal. Cuando la luz se dosifica con precisión, como la sal, la arquitectura alcanza su mejor punto. Más luz de la cuenta deshace, disuelve la tensión de la arquitectura. Y menos la deja sosa, muda.
Cualidad de luz. Y si la cantidad de luz empleada es importante, no lo es menos la calidad. Así nos lo ha enseñado siempre la historia… En el Panteón de Roma, la sabiduría del arquitecto le lleva a enmarcar la máxima cantidad de luz con la máxima cantidad de sombra. Y así el óculo luminoso se cerca con la más profunda sombra que hace más luminosa aun si cabe aquella luz divina venida de lo alto.
… yo no quiero más que reivindicar este valor de la luz como material primero y principal con el que trabajamos los arquitectos. Y que se nos concede gratuitamente cada día. Para permanecer en la memoria y en el corazón de la gente. Para hacerles felices con la arquitectura.”
Una vez más nos demuestra que es arquitecto de elocuente oratoria… y orador de elocuente Arquitectura.
De los muchos factores que pueden influir en el trabajo del arquitecto, y en la deriva de la obra hacia un resultado de mayor o menor calidad arquitectónica, existe uno que destaca sobre el resto y que, en el caso de los proyectos de vivienda unifamiliar, tiene especial incidencia; éste no es otro que el vínculo arquitecto-cliente, o lo que de una manera más gráfica podíamos denominar el “feeling”.
El proceso de generar arquitectura es complejo y conjuga elementos a menudo de difícil articulación: técnica, estética, economía, ilusión, construcción, legalidad… Por ello es necesario que los clientes no iniciados recorran un básico camino de aprendizaje, una corta instrucción que les permita entender, decidir, y sobre todo, reconocer y disfrutar de la buena arquitectura; de la misma forma que sólo aquel que previamente ha cultivado su paladar puede llegar a deleitarse degustando un buen vino, o de la misma manera que sólo el asiduo a la sala de conciertos es capaz de emocionarse con la interpretación de una sinfonía.
Un abogado, un economista, un informático o un trabajador cualquiera no tiene porqué poseer los elementos de juicio necesario para poder abordar en solitario y con garantías la singladura que se inicia desde los primeros bocetos de la obra. Lo habitual es limitarse a lo conocido, a sus experiencias. Por ello corresponde al arquitecto ejercer de guía en este viaje, y de su elocuencia y capacidad para transmitir conceptos y emociones, de su esfuerzo y empeño en establecer vínculos y complicidades, dependerá casi en exclusividad el éxito de la obra acabada.
Es sorprendente comprobar cómo cuando se logra aunar voluntades cambian las premisas y los requerimientos, estableciéndose una poderosa sinergia. El cliente ganado para “la causa” de la arquitectura es incondicional, y se convierte en el mayor garante de la integridad de los conceptos esenciales del proyecto sobre los que finalmente se materializa la obra, tomando en algunas ocasiones la iniciativa e incluso realizando propuestas arriesgadas ante la sorpresa del arquitecto.
Es el caso que hemos vivido con la casa en el barrio de Nazaret (Valencia). Una pareja joven, alejada de cualquier élite económica, ajena a tendencias artísticas, vanguardias o círculos exclusivos. Sin duda pudiéramos decir que son personas normales, pero su enorme predisposición a conocer, su osadía ante lo nuevo y su firmeza e integridad en la toma de decisiones los convierte sin duda en especiales. Como tantos otros acudieron a la primera entrevista con su boceto, su idea, su vivencia…, pero una vez creada la sinergia ya no importa quién sea el contratista, qué opiniones tengan familia y amigos, la formalidad de los industriales, e incluso las limitaciones económicas… El éxito está asegurado.
Nos quejamos de la poca calidad arquitectónica que en general tienen nuestras ciudades, pueblos y urbanizaciones. Parte de la responsabilidad recae en los arquitectos “desertores” y en su actitud pasiva y de resignación ante cualquier propuesta inicial de arquitectura carente de pálpitos. Involucremos pues al cliente en la emoción de proyectar y en la experiencia tectónica, creemos sinergia…, lo demás será sencillo.
El comienzo...
...la sinergia...
...la construcción.
(Nuestro más sincero agradecimiento a Patri y Chano.)
Al hilo del escrito Decálogo, quiero participaros en la contemplación de los dibujos realizados por el maestro Alejandro de la Sota en 1984 para un proyecto no construido de viviendas en L’Alcudia, Mallorca. Constituyen un intenso ejercicio de imaginación donde lo que prevalece es la devoción por la vida en sí misma, por su disfrute, con el sabio convencimiento que la arquitectura no debe ser la protagonista sino un telón de fondo que posibilite y potencie una vida mejor.
La memoria del proyecto dice textualmente:
“Ver el mar desde todas las casas: tener vida íntima en todas ellas. Se pensó en una casa abierta, convirtiendo la parcela, el jardín, en auténtica casa, debajo de buganvillas y enredaderas… sobre ellas el mirador solárium.”
Como condimento a la degustación de estos croquis, no hay mejor texto que el escrito por Juan Navarro Baldeweg en “Alejandro de la Sota: construir, habitar”:
“Lo que queda así captado es un modo de vivir. Los dibujos adquieren el aire y el alcance de una utopía, en la que los personajes componen un delicioso retrato de vida mundana: contemplación y ligereza estival. Junto al coche deportivo, dos figuras charlan en la cancela mientras que, en la línea del horizonte, un barco sugiere que la escena tiene lugar en una isla. La rutina diaria se desarrolla sobre un fondo difícilmente constrictivo, en el clima dulce del litoral mediterráneo. Su carácter libre, sin insistencias ni obstrucciones y su transparencia se refuerzan en el juego de continuidades, oposiciones, reflejos y simetrías del proyecto, y en la disposición de sus elementos constructivos.
En los dibujos de Alcudia se aprecia la elusiva magia de la obra de Alejandro de la Sota. Todo es transparente y explícito y, sin embargo, la arquitectura se retira, se oculta, se vuelve casi opaca. Estos dibujos ilustran admirablemente lo que hubiera sido este conjunto de viviendas de haberse construido, y reflejan la idea de una arquitectura que, en actitud desprendida y austera, es capaz de negarse a sí misma.”
Viendo estos croquis, sentimos en la piel la vida ociosa, la proximidad del mar y el lento paso del día. Aquí encontramos el Decálogo mencionado: lo cotidiano, la luz, la naturaleza, la brisa, el refugio… ¡Pero qué emocionante sigue siendo proyectar el lugar dónde vivimos!
“La arquitectura puede entenderse como un intento de la razón por superar los límites inmediatos y opresivos impuestos por la naturaleza. Hoy en día el proceso racional ha excedido el límite del necesario principio de respeto a la naturaleza, y como consecuencia vivimos un periodo de desconfianza respecto a la razón en general, y a la arquitectónica en particular, con modelos de trabajo y edificios que buscan diluirse y fundirse con lo natural, denotando una posición ‘acomplejada’ que duda de que la arquitectura pueda ofrecer opciones positivas, capaces de dar más y de generar una relación recíproca con lo natural. Así ocurre, independientemente de su capacidad expresiva, con las arquitecturas que se conforman sólo como reflejo inmediato de los procesos geométricos minerales, o con los blobs, curvilíneos y retorcidos hasta el infinito como si fueran de arcilla.”
Una buena definición del panorama arquitectónico actual, extraída de la web del arquitecto navarro Francisco Mangado, autor del Pabellón de España en la EXPO 2008 (Premio de Arquitectura Española 2009).
«El milagro de nuestro tiempo, querido amigo, son para mí las máquinas y los edificios construidos para ellas, llamadas factory. Un ejemplo usual puede tener hasta ocho y nueve pisos de alto, y tiene además hasta cuarenta ventanas a lo largo y al menos cuatro de profundidad. Las columnas son de metal y las vigas que se apoyan sobre éstas también. Un gran número de estos contenedores se encuentra también en puntos muy elevados que dominan los alrededores, a ésto se le suma un bosque de chimeneas aún más altas. Producen un maravilloso efecto desde lejos, sobre todo de noche, cuando millares de ventanas se iluminan con la luz de gas…»
Cuando Peter Beuth escribía estás palabras a Schinkel en 1823, fruto de la profunda impresión por la nuevas edificaciones industriales surgidas en Inglaterra, el mundo de la arquitectura no era aun consciente de la revolución que se avecinaba de mano de la incipiente era industrial, y que acabaría trastocando los viejos valores estéticos para alumbrar un nuevo modo de ver e interpretar la arquitectura, dando paso a la convulsión que originó el Movimiento Moderno.
Y fué así porque la arquitectura de los espacios industriales se ofrecía a los arquitectos como un emocionante e ingente campo de innovación: el desarrollo de novedosos programas, su inserción y relación con el territorio; las nuevas técnicas, formas y escalas de trabajo; los nuevos materiales y pieles de la edificación, y su relación con la componente estructural; la creación de nuevos elementos simbólicos…
Fábrica Fagus. (Walter Gropius, 1911)
Y por ello durante mucho tiempo esa visión de la fábrica fué objeto de culto por parte de ciertas élites intelectuales: ingenieros, arquitectos, críticos, cineastas; que nos dejaron el legado de sus fantásticoas edificios industriales como los de A. Kahn, H. Van de Velde, P. Behrens, W. Gropius, A. Jacobsen, H. Poelzing, B. Taut,… Obras que sirvieron de inspiración a cineastas como Chaplin o Fritz Lang para retratar el espíritu de la revolución de la máquina en sus inolvidables «Tiempos modernos» (1936) o «Metrópolis» (1927).
Pero a partir de la segunda mitad del s.XX y una vez superados los paradigmas de la modernidad que vinieron de mano de la «máquina» (efciencia y funcionalidad), la «factory» fue desterrada paulatinamente de los tableros de los arquitectos quedando relegada a una tipología menor. De esa forma hoy en los cinturones industriales de nuestras ciudades se suceden construcciones en su mayoría anodinas y carentes de expresión, conformando esa ya tradicional y deplorable primera imagen de lo urbano.
Por ello como arquitectos debemos reivindicar el valor intrínseco que para la arquitectura tiene la edificación industrial, ofreciéndose como un privilegiado banco de pruebas donde experimentar con nuevos materiales y sistemas que abran caminos inéditos, superando el actual estancamiento de una arquitectura excesivamente introspectiva y atrapada en una mueca de formalismo forzado como único recurso expresivo, una vez agotadas sus capacidades tecnológicas y posibilidades de evolución.
Recuperemos el edificio industrial,—la fábrica, el almacén, el silo, la chimenea—, para la arquitectura, de forma que los Beuth o los Chaplin de nuestro tiempo puedan volver a estremecerse al divisar a lo lejos el gran contenedor de la máquina.
Bibliografía: Industria y arquitectura moderna en España, 1925-1965, Celestino García Braña.
Fábrica de Turbinas AEG (Peter Behrens, 1909)
La fábrica de turbinas hoy
Fábrica van Nelle. (Brinkman y Van der Vlugt, 1925)
DECÁLOGO DE DESEOS SOBRE EL FUTURO DE LA VIVIENDA.
1_ COTIDIANO
La casa contemporánea precisa una mirada positiva hacia lo cotidiano. Nada de lo que pase en el ámbito doméstico es ya banal, mejor dicho, cada instante doméstico debe poder transformarse en una experiencia estética. A veces la casa se parecerá a un museo, un fondo neutro donde los recuerdos y algunos muebles puedan ser “expuestos” por sus habitantes tras una minuciosa selección. Poco pero intenso, podría ser el lema.
2_ PATIO
La casa de mis abuelos tenía un bello patio con una higuera que daba sombra y un estanque con el que nos refrescábamos. Toda casa debería recuperar de la tradición este espacio que permite la vivencia exterior, bien sea a modo de patio, jardín, terraza o pequeño balcón, pero su búsqueda bien merece la pena. Integrar el espacio exterior como una estancia más. Difuminar límites dentro–fuera.
3_ ILUMINACIÓN
Recuperar el placer de sombras y contraluces. El fuerte y aplastante sol mediterráneo domesticado mediante celosías, parasoles y velos. Dentro o fuera no será nunca más un concepto definido por una pared, ni tan siquiera por un vidrio, sino más bien por una línea intensa marcada por la luz en el suelo. A veces, esta transición se difuminará con toldos, emparrados y ramas en movimiento…
4_ NATURALEZA
Ya hemos tomado conciencia de la calidad que aporta el convivir en armonía con la naturaleza. Plantas y árboles nos enseñan otro ritmo de vida, más lento, más contemplativo. La vegetación es, por estar viva y aparentemente frágil, lo contrario a la arquitectura y, por tanto, su complemento necesario. En este sentido, incluso los edificios incorporarán retales de esa naturaleza artificial en su programa y en su fachada.
5_ BRISA
Preferimos sentir el movimiento suave de la brisa frente a cualquier clima generado artificialmente. Esa ventilación cruzada que plasma la sabiduría popular en una arquitectura moderna pragmática, sin dogmas, en continuidad. “Construir con aire” como diría Alejandro de la Sota: “la arquitectura es el aire que respiramos, pero un aire cargado de olores, de sabiduría, un aire transformado por la Arquitectura”.
6_ CUBIERTA
Qué bonita experiencia poder contemplar un atardecer desde una plataforma elevada. La enseñanza de La Unité de Marsella sigue válida sesenta años después. La cubierta es la oportunidad de recuperar el terreno que se ocupa, de devolver a la tierra lo que es de ella, de integrar el edificio en su entorno. Nunca más una fachada olvidada, sino un lugar para la relación social y para la contemplación.
7_ MULTIMEDIA
El centro urbano como lugar físico pierde importancia con las nuevas tecnologías. El desplazamiento deja de ser relevante frente a la posibilidad de conexión desde cualquier lugar y en cualquier momento. Los media: internet, teléfono, televisión… forman parte ineludible de nuestra vida moderna. Debe ser fácil la comunicación entre el micro-mundo doméstico y el macro-mundo y sus redes.
8_ TECNICA
Vivimos la tecnificación de la casa. Nuevas redes recorren techos, suelos y paredes, mediante configuraciones extensas y homogéneas que, a modo de tentáculos o nervios, conectan lo doméstico con el mundo. La técnica permitirá proyectar las casas como un espacio libre y abierto apoyado con un equipamiento especializado. Técnica con un doble objetivo: la eliminación del sufrimiento en las tareas domésticas así como en los procesos de construcción.
9_ REFUGIO
A la vez, es indispensable tener la posibilidad del aislamiento, tanto físico como frente al exceso de información. Precisamos confiar en la casa como refugio que nos protege y recarga. Se trata de un espacio diáfano, homogéneo y multicapa; pero donde sigue siendo preciso un último reducto para el descanso nocturno. A modo de división permanente o temporal, de mueble abatible o de mera cortina, pero deseamos disponer de ese rincón para la intimidad.
Diría más, es la única función que precisa de un aislamiento. La cocina se diluyó como un mueble más dentro del multiespacio antes denominado salón; el estudio se convirtió en un portátil en cualquier lugar; la higiene personal se disgregó a modo de spa sacando bañera, ducha y lavabo fuera del recinto cerrado; la cabina del inodoro se redujo hasta parecer un armario; el vestíbulo se descartó por ser innecesario y “tan del siglo XX”; ¿qué nos queda? Dormir.
1O_ CIUDAD
Por último, la ciudad representa el espíritu de nuestra época y su característica principal es la pérdida de los límites. Flujos que atraviesan la ciudad, la conectan y la diluyen, transformando la ciudad en un híbrido entre lo rural y lo urbano. Amplias zonas verdes deben penetrar en la ciudad contemporánea. Una nueva conciencia ciudadana aspira a la sostenibilidad a través de la creación de paisajes artificiales que emulan a aquellos naturales.
…deseos que procuran convertirse en realidad con cada nuevo proyecto que llega.