La belleza de lo sencillo

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Releer periódicamente a Alberto Campo Baeza, el maestro, el Arquitecto, noto que es una tarea que preciso realizar cada pocas semanas. Es como tomar una dosis de vitaminas, un aporte de energía que me recarga y protege de los vaivenes de una sociedad ávida de modas. Un ejercicio saludable del que siempre extraigo «pedacitos» de esa sabiduría que emana de sus textos:

“El arquitecto debe hacer una arquitectura posible. Una cosa son las ocurrencias y otras las ideas: un edificio en forma de erizo es una estupidez; una caja de vidrio que parece construida con aire es un logro. La arquitectura puede ser imaginativa, pero no irracional.”

“La arquitectura del star system no me interesa. No creo en la modestia. Creo que para crear hay que ser vanidoso. Uno debe tener voluntad de permanecer en el tiempo y en la memoria de los hombres. Pero eso no se hace gritando.”

“La arquitectura, lejos de ser escultura, es un artefacto que debe responder al lugar y crear espacios interiores para la vida. Creo en la sobriedad porque pienso que da libertad para que cada uno viva como le dé la gana.”

“¿Qué sentido tiene construir lo que no hace falta? Mis últimas casas tienen un hueco para mirar, otro para bañarse y un escalón desde donde observar. Me interesa la base abstracta, la sobriedad; pero, por favor, que quede claro que ni soy ni quiero ser minimalista.”


Quizás peque de sentimental, o de qué sé yo, pero estoy convencido que la belleza se encuentra en las pequeñas cosas y en las más sencillas, como la arquitectura de don Alberto, como sus palabras…

Y al leerlas me sigo emocionando.

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