La coherencia de Peter ZUMTHOR

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capilla de San Benito

No puedo sentir mayor admiración por un arquitecto que ha llegado a lo más alto del reconocimiento en nuestra profesión (se le galardonó en 2009 con el Premio Pritzker) y, no por ello, ha cambiado su sencilla forma de ser y de sentir la arquitectura.

Peter Zumthor

Y es que este anciano arquitecto de setenta años (cumplidos el pasado abril) huye del estrés y de la fugacidad de nuestro tiempo o, como él dice, “no hago arquitectura para un momento, soy más ambicioso, pretendo que dure más”. En consecuencia, se toma su tiempo para proyectar adecuadamente sus obras, eligiéndolas previamente por mera afinidad y no por motivos económicos. Así, renunció a clientes como Audi o Armani porque “la moda me interesa poco, yo vivo y trabajo en coherencia con lo que soy, y cómo trabajo y cómo vivo es lo mismo”. De una coherencia demoledora.

Peter Zumthor nació en Basilea, formándose como ebanista antes que como arquitecto y asentándose en el pequeño pueblo suizo de Haldenstein (donde tiene su pequeño estudio), del que fue arquitecto municipal durante quince años. Durante este periodo su callada labor se centró en la rehabilitación, hasta que llegó su oportunidad: tras una avalancha de nieve, hubo que construir la capilla de San Benito en otro emplazamiento más seguro. El cura quería atraer a la juventud con un edificio contemporáneo, y Zumthor proyectó una forma contundente y discreta a la vez, firme y atemporal. Este fue el primero de sus edificios con reconocimiento internacional y donde se puede apreciar ya lo que veinte años después se dijo en la ceremonia de entrega de los Pritzker: “en sus habilidosas manos, como en las de otros artesanos consumados, los materiales son usados en una manera que se celebran a sí mismos, sus cualidades únicas, todo al servicio de una arquitectura de permanencia”.

Capilla San Benito

Y fue en 1996 cuando finalizó su obra cumbre, las Termas de Vals, donde la experiencia de su arquitectura nos lleva a un sabio juego de texturas, de luces, de manualidad y de espacios. Aquí llega a una eliminación extrema de lo superfluo, sólo empleando materiales puros y espacios continuos, mostrándonos una arquitectura a la vez sencilla y misteriosa. “Si un edificio mío parece arcaico y a la vez muy contemporáneo creo que lo he logrado. Lo que hago me gusta hacerlo con pasión y entrega. Si algo no me anima a levantarme pronto por la mañana, ¿para qué hacerlo, no le parece?”. Dos años después, el gobierno del cantón de Graubünden protegió el edificio, siendo consciente de la trascendencia que iba a tener para la arquitectura suiza contemporánea.

Termas de Vals

06 capilla Bruder KlausA partir de aquí, comenta que recibe cartas de gente y que se encuentra satisfecho porque ha descubierto que sus obras transmiten algo. “La arquitectura actual tiene demasiada teoría y demasiado espectáculo. A mí me apasiona la arquitectura, pero me basta con las atmósferas, con los espacios vacíos, con la experiencia física y táctil de un edificio. No necesito meter nada más”. Así continúa a su ritmo, ajeno al bullicio, aceptando encargos que le motivan, no importando la dimensión. Como la capilla Bruder Klaus, que le encargó un granjero alemán y que construyó siguiendo fielmente las instrucciones del arquitecto y con la ayuda de sus vecinos, apoyando 112 troncos uno contra otro y disponiendo capas de hormigón sobre ellos, para luego encender un fuego que secase los troncos y retirarlos. “La cueva resultante tiene un aspecto ciertamente sagrado”.

Serpentine Gallery pabellon

En 2011 levantó el efímero pabellón estival para la Serpentine Gallery, un jardín enclaustrado en medio del parque de Hyde Park: “hice una arquitectura que no era más que un marco, una puerta, para encerrar un jardín escondido. El jardín es la mejor arquitectura posible: cambia, se adapta y todos lo entendemos”. Un espacio para la reflexión y la contemplación, alejado de la estridencia habitual en muchos arquitectos de renombre.

Cuando le dicen que ha levantado pocos edificios, que si es un arquitecto lento, él dice que “más que lento soy honesto. No tengo prisa, pero tengo claro que quiero ser el autor de todos mis edificios”. Y en consecuencia Peter sigue trabajando en su pequeño pueblo de 900 habitantes, ya que “aquí no tengo prisa, disfruto de la naturaleza, puedo pasear, hacer deporte o sentarme a pensar”.

 Zumthor Studio (Haldenstein)

Zumthor Studio en Haldenstein

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